Entrevista de Matt Gaspers

Catholic Family News

Intrevista a l’Arzobispo Carlo Maria Viganò

de Matt Gaspers

CFN: Su Excelencia, estamos ahora en el décimo año del pontificado de Francisco. De su “¿Quién soy yo para juzgar?” en Amoris Lætitia, desde la Declaración de Abu Dabi hasta el incidente de la Pachamama (y al Sínodo sobre la Sinodalidad en curso), hemos asistido a escándalos papales verdaderamente sin precedentes en la última década, escándalos que afectan tanto a la fe como a la moral. A su juicio, ¿cuál ha sido la cuestión más dañina de este pontificado y cómo puede recuperarse la Iglesia?

Carlo Maria Viganò: Es difícil, y creo que muchos estarán de acuerdo conmigo, identificar la cuestión que más negativamente ha influido en la acción y en las palabras de Bergoglio. Cada uno de sus gestos es deliberadamente provocativo e histriónico, deliberadamente pensado para dejar desconcertado al interlocutor, para ofenderlo o para burlarse de él. Quien piense que Bergoglio es inexperto se equivoca: cada palabra suya esta dicha para suscitar escándalo, para distanciarse de todos sus predecesores, para criticar el pasado de la Iglesia, para falsearlo y para tergiversarlo con simplificaciones irritantes. Y sobre todo: nunca confirma nada. Si lo han advertido, sus enunciados más controvertidos no son fruto de una declaración autónoma, sino la respuesta a preguntas planteadas por otros, según las indicaciones recibidas, porque parece que el tema ha sido escogido por el entrevistador o por el interlocutor. Si se observa bien, todas las afirmaciones más desconcertantes -desde “¿Quién soy yo para juzgar?” hasta el último “Dios te ama tal como eres”- son respuestas a preguntas. El mismo Bergoglio nos lo confirma durante la rueda de prensa en su regreso de Portugal: “Gracias por el coraje de hacer esta pregunta. Gracias” (aquí).

En la práctica, independientemente del argumento tocado, todas las palabras de Bergoglio se basan a priori en una ficción, una mentira. En algunos casos estas manipulaciones se dan con sistemas más elaborados, pero siempre deshonestos y desleales: pensemos en las maniobras para imponer la propia línea a los Sínodos recientes, y el absoluto desprecio de las normas. Añádase a esto el desprecio burlón con el que atribuye a otras circunstancias y a otras personas lo que ostentosamente hace primero.

Más allá de los escándalos individuales, creo que el mayor daño causado a la Iglesia por este “pontificado” es el desprestigio y la deshonra que se arroja sobre el Papado, la Iglesia, el Clero y los fieles. Su odio por la Tradición no conoce descanso, y esto repercute necesariamente en lo que es una expresión natural de esa Tradición: la doctrina, la moral, la liturgia, la espiritualidad. La demolición es sistemática y parte principalmente de la autoridad, corrompida y esclava del enemigo, que abusa de su poder con el fin contrario al que lo legitima. La democratización de la Iglesia, la colegialidad conciliar, la sinodalidad de Bergoglio son mentiras colosales, detrás de las cuales se esconde la tiranía: el paralelo con los gobiernos sometidos a la élite globalista es evidente, y confirma una única coordinación de las dos acciones subversivas. Y ambas instituciones, como vemos, son desacreditadas y deslegitimadas precisamente por quienes ostentan cargos de autoridad. De esta manera, si alguna vez en el futuro esta crisis llegara a su fin, restaurar la confianza en la Iglesia y restaurar su autoridad será humanamente hablando casi imposible.

CFN: En una entrevista reciente (aquí), usted dijo que algunos cardenales “creados por Benedicto XVI han demostrado ser completamente inferiores a las expectativas de los fieles conservadores” y que algunos de ellos “en el último Cónclave fueron testigos de cosas que no denuncian públicamente”. ¿Qué cosas cree usted que presenciaron y por qué no las denuncian?

Algunos cardenales que entraron en el Cónclave en 2013 no parecen entender la gravedad de lo que ha pasado y está pasando, bajo falsas apariencias de legalidad formal. Los hemos oído defender el Papado a punta de espada, declarando que los errores propagados por Bergoglio y sus provocaciones extemporáneas no deben ser considerados Magisterio papal; les hemos oído pedir a Bergoglio que disolviera las Dubia sin que éste se dignara siquiera a contestar, y ahí terminó todo. Pero esta denuncia de los efectos -es decir, el actual “pontificado”- es completamente inútil cuando se niega, a pesar de todo, a reconocer sus causas en la revolución conciliar. Su voluntad tetragonal de “salvar” el pseudo magisterio del Vaticano II, que es la causa remota de la crisis actual, hace completamente inútil cualquier acción en defensa de la Iglesia.

En cuanto al silencio sobre los hechos acontecidos durante el Cónclave, también aquí veo prevalecer la mentalidad legalista sobre la necesidad imperiosa de poner fin al golpe de Estado subversivo de la Iglesia profunda. Su principal preocupación es no socavar la observancia de las normas válidas en tiempos de relativa normalidad, para que no se pueda decir que han violado preceptos humanos, mientras que con su respeto de los procedimientos están avalando la violación de preceptos divinos por parte -nada menos- que de las más altas esferas de la Jerarquía católica.

Me resulta incomprensible que un miembro del Colegio cardenalicio pueda confiar a sus amigos que ha sido testigo de hechos que harían nula la elección de Jorge Mario, y al mismo tiempo no quiera denunciarlos públicamente para no quebrantar el secreto pontificio: ese secreto que ya ha sido quebrantado al hablar de ello a quien no puede hacer nada al respecto, obligando a Su Eminencia a callar ante la Iglesia, cuyos Pastores tal vez podrían dirimir la cuestión. Pero aquí no estamos hablando del Secreto de la Confesión, sino de cuestiones que tienen razón de ser reservadas mientras ello no vaya en detrimento de la institución que los puso en vigencia; de lo contrario nos encontramos como los fariseos del Evangelio, que preguntaban a Nuestro Señor si era lícito sacar del pozo a un burro en día de sábado.

Las indiscreciones de estos cardenales se centran en la evidencia de graves irregularidades, sin aportar más detalles. Me recuerda lo que ocurrió en 1958, con la cuestión del humo que al principio era blanco y luego se volvió negro: parece que el elegido era el cardenal Giuseppe Siri, pero que debido a la oposición del régimen comunista soviético se forzó la mano, obligando a los Padres a elegir a otro Papa, que resultó ser el conciliador Angelo Giuseppe Roncalli.

Si estas confidencias fueran verdaderamente ciertas, no me atrevo a pensar en la angustia moral de quien se dispone a llevarse el secreto a la tumba, cuando tendría la oportunidad de desenmascarar las manipulaciones de la mafia de San Galo. Si no fueran ciertas, no tendría sentido hablar de ello ni siquiera con las personas de más confianza (que, sin embargo, han hablado con alguien, dado que se filtró la noticia).

CFN: Desde el punto de vista humano, ¿cree que el próximo Conclave no repetirá el resultado de 2013? 

Salvo intervenciones extraordinarias de la Providencia, el Colegio cardenalicio fue ampliamente desacreditado por Bergoglio: Calígula se limitó a la amenaza de nombrar a su caballo Incitatus como sacerdote y cónsul; en cambio, esto crea cardenales que bajo Pío IX habrían sido enviados in partibus infidelium [al país de los infieles]. Por lo tanto, el resultado del próximo Cónclave parece obvio, rebus sic stantibus [tal como están las cosas]. Pero si surgiera evidencia de alguna irregularidad grave en el Cónclave de 2013, esto haría nula ipso facto la elección que siguió y, en consecuencia, todos los actos de gobierno y magisterio implementados por el elegido. Entre estos actos, la creación de cardenales, ya que todos los Consistorios de Bergoglio serían nulos: mágicamente nos encontraríamos en la situación de 2013 y esto desbarataría los planes de Bergoglio, porque los electores del próximo Cónclave ciertamente estarían menos inclinados a repetir los errores ya cometidos y, basados en la experiencia de esta década, podrían elegir el menos peor de ellos.

CFN: El año que viene los estadounidenses afrontarán otras elecciones presidenciales. En 2020 Usted apoyó firmemente los esfuerzos de Donald Trump para lograr un segundo mandato. A la luz de su continua promoción de las vacunas COVID y su retórica a favor de la agenda LGBTQ, ¿cree que los católicos todavía pueden apoyarle en otra candidatura a la presidencia? ¿Usted lo considera todavia una especie de “katéchon”?

El Presidente de Estados Unidos de América puede ser una especie de katechon si tiene bien claro el golpe de Estado global perpetrado por el Estado profundo. Creo que Donald Trump ha comprendido el engaño del que ha sido objeto por parte de Fauci y de los demás mercaderes de la BigPharma, y que también está en condiciones -al igual que esta en condiciones Robert F. Kennedy, Jr. en el frente demócrata- de verificar si el virus SARS-CoV-2 forma parte de un proyecto militar, que se sirvió de las empresas farmacéuticas solamente para la producción a gran escala de los sueros (que, por lo demás, comenzó significativamente en 2019, antes de la declaración de la emergencia pandémica).

En cuanto a otras formas de apoyo más o menos explícito a movimientos o ideologías discordantes con la Fe católica, me permitiría sugerir al Presidente que no se deje influir por los informes y porcentajes de las agencias de comunicación electoral, y que reflexione sobre la responsabilidad ante Dios de las decisiones que asume como Presidente de Estados Unidos. La tarea del presidente de Estados Unidos es gobernar a su pueblo para el bien común, según la justicia y respetando la ley natural y divina. Si cumple esta tarea, el Señor -que es Todopoderoso y decide el destino de las naciones y de los individuos- le bendecirá y bendecirá al pueblo estadounidense; si, por el contrario, incumple sus deberes y se pliega a la mentalidad del mundo y a los consejos de sus expertos electorales, difícilmente podrá esperar que Dios, ofendido y desobedecido, le ayude a él y a la nación.

Hay que decir que en sus últimos mítines Trump ha denunciado con gran contundencia las políticas woke y se ha comprometido a combatir la transición de género y las mutilaciones para los menores, el adoctrinamiento de género en las escuelas, la hipersexualización de la infancia y el tráfico de niños. Es significativo que, justamente cuando crece en la población la percepción de la gravísima amenaza del lobby pedófilo, el Departamento de Justicia de Estados Unidos no tenga nada mejor que hacer que rebajar el nivel de alarma social: evidentemente, la cúpula de pervertidos que maniobra Biden siente el aliento en la nuca.

En todo caso, prefiero mil Trump a un solo Biden, sobre eso no hay ninguna duda. Entre otras cosas porque Trump ha mostrado en los hechos estar mucho más cerca de la imagen de un político católico que el autoproclamado católico Biden.

CFN: ¿Tiene alguna idea sobre Robert F. Kennedy Jr. y su campaña para ganar la nominación presidencial del Partido Demócrata? Dado su apoyo al aborto, ¿podría un católico votar con buena conciencia por Kennedy?

Robert Kennedy tiene ciertamente una visión clara sobre el fraude de las pandemias y las vacunas y el asalto del Estado profundo a los derechos fundamentales de los estadounidenses. Los aspectos positivos de su programa político no quitan que apoye el aborto y esto lo hace inelegible, especialmente porque Kennedy se declara católico, a pesar de estar en grave contradicción con las enseñanzas de la Iglesia y con la Ley Natural. También en este caso necesitamos una sacudida de orgullo, que deje a un lado los cálculos electorales y tome una decisión radical. Hoy en día, el compromiso ya no es viable.  

CFN: Probablemente, el acontecimiento más significativo desde que Joe Biden asumió el cargo ha sido el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania, que parece haber sido provocada, al menos en parte, por malos actores. ¿Qué cree que espera conseguir el Estado profundo a través de este conflicto en curso?

La crisis ucraniana ha sido preparada durante años, con el objetivo de destruir la Federación Rusa mediante un proceso de balcanización, para garantizar una hegemonía angloamericana en los equilibrios geopolíticos internacionales y mantener a los Estados europeos en una posición subalterna frente al poder angloamericano.

El conflicto habría tenido como consecuencia el posterior acercamiento de Putin a Xi Jinping, que era en gran medida predecible y que podría haberse evitado. Por otro lado, es posible que haber empujado a Rusia a los brazos de China podría constituir, en la mente de los jerarcas del Nuevo Orden Mundial, el casus belli para una declaración de guerra a China misma, además coherente con el pedido de la Casa Blanca a los socios europeos para poner fin a los acuerdos comerciales de la llamada Ruta de la Seda. Esta pretensión no sólo tendrá graves repercusiones por la falta de exportaciones a China y los por los previsibles aumentos de las materias primas y de los productos semielaborados que hasta ahora han sido importantes desde China; pero constituye la premisa para una inestabilidad y una crisis económica que habitualmente son la antesala de un conflicto, en pleno beneficio de los vendedores de armas y de los que lucran con la reconstrucción (ver Irak, pero también Grecia). Sin embargo, dudo que la élite disponga del tiempo necesario para lograr estos objetivos: sus días están contados, porque la mentira sobre la que se basa su poder ya ha sido expuesta.

Más allá de las estrategias políticas de una parte del establishment estadounidense, sabemos que la guerra de Ucrania también sirvió para ocultar los escándalos de la familia Biden y encubrir las actividades de los bio-laboratorios financiados por el Pentágono y por organismos estadounidenses o aliados: en esos laboratorios se encontraron virus artificiales genéticamente modificados para ser eficaces contra determinados grupos étnicos, violando acuerdos internacionales. Probablemente el fracaso parcial del proyecto de pandemia -que en 2015 preveía enormes reducciones de la población mundial- se deba a que Putin se anticipó al inicio de la operación militar y tomó prisioneros a los científicos de esos bio-laboratorios.

No olvidemos que Ucrania es el principal actor en el mercado de los vientres de alquiler, la depredación de órganos y el tráfico de seres humanos también para alimentar la red de pedofilia. Las denuncias de las organizaciones humanitarias no dejan lugar a dudas sobre estos horrores sin precedentes: niños asesinados y desmembrados para enviar sus órganos a clínicas de Occidente; soldados ucranianos heridos a los que se extraen órganos con el mismo fin; vidas de criaturas inocentes vendidas a ricos pervertidos para gratificar sus abominables desviaciones. Y sabemos bien hasta qué punto el Estado profundo está formado por personajes chantajeables precisamente por estos crímenes atroces, sobre los que ha arrojado luz la reciente película Sonidos de Libertad.

CFN: Si la paz en Ucrania fuese el verdadero objetivo, ¿Cuáles pasos deberían darse para alcanzarla?

Ucrania actúa como ariete en la guerra por poder de la OTAN contra la Federación Rusa, por lo que, en primer lugar, deberíamos dejar de considerar a Zelenskyj como interlocutor en los posibles acuerdos de paz: si no ha contado para nada en la declaración de guerra y la continuación de las acciones militares hasta la fecha, no veo cuál debería o podría ser su rol en una mesa de paz.

Ciertamente, la crisis ucraniana puede terminar de inmediato si Kiev vuelve a ser un amortiguador entre el bloque de la OTAN -que se había comprometido a no expandirse hacia el Este- y garantiza la autonomía del Donbass y la independencia de Donesk y Lugansk. El problema es que los daños causados y el colosal endeudamiento de Ucrania para hacer frente al suministro de armas y al envío de soldados al frente dificultan el fin del conflicto, entre otras cosas porque la victoria contra Rusia es imposible sin el involucramiento oficial de otras naciones. Mientras fue necesario enviar viejos tanques o algunos voluntarios, la OTAN convenció a los Estados miembros para que apoyaran la guerra; pero no creo que quieran iniciar una guerra mundial, a pesar de las declaraciones enmarañadas de algunos políticos.

CFN: En declaraciones y entrevistas anteriores, Usted ha expresado un apoyo considerable a Rusia en el contexto de la guerra. Si bien Ucrania tiene claramente el respaldo de los globalistas occidentales, ¿no estaría de acuerdo en que la fuerte alianza de Rusia con la China comunista es igual de preocupante, especialmente a la luz de las profecías de Nuestra Señora de Fátima sobre los “errores de Rusia”?

Mi apoyo no es a Rusia en sí, sino a quienes en esta coyuntura se oponen de hecho a los planes del Nuevo Orden Mundial. Era bien sabido que un conflicto entre Estados Unidos y la Federación Rusa reforzaría inevitablemente los lazos de esta última con China: sólo cabe esperar que la alianza entre Putin y Xi Jinping no redunde en beneficio exclusivo de la dictadura comunista china, y que se mantenga el equilibrio.

Creo, sin embargo, que ha llegado el momento de salir de la jaula ideológica que nos lleva a considerar a los estadounidenses buenos y a los rusos malos, sobre la base de un prejuicio pretendido por el Estado profundo. Como observó acertadamente Giulio Andreotti -antes de que fuera expulsado de la política internacional por la intervención de los servicios atlánticos con la colaboración del crimen organizado y de los traidores de la mafia- “la OTAN debería haberse disuelto por haber alcanzado el fin social cuando en 1989 cayó el Muro de Berlín” (Repubblica, 28 de octubre de 2004). Mientras no nos demos cuenta de que los gobiernos occidentales son rehenes de una cúpula de subversivos que administran el poder contra el pueblo no podremos derrotar este cáncer institucional que altera los equilibrios internacionales y se alimenta de guerras, hambrunas y pobreza.

Cuando la Virgen habla de los “errores de Rusia” debemos considerar que ahora se han extendido por todo Occidente, mientras que en Rusia el ateísmo materialista y el comunismo han pasado a ser minoritarios. Es en Occidente -e incluso en el seno de la Iglesia católica- donde esos errores son ahora profesados públicamente por los gobiernos, en una unión infernal de socialismo y liberalismo que es expresión de las dos grandes corrientes masónicas, la socialista y revolucionaria de matriz francesa y la liberal e institucional de matriz angloamericana.

CFN: Una de las plagas ocultas de nuestro mundo actual es el tráfico de niños. La nueva película Sonido de Libertad, protagonizada por Jim Caviezel, el actor que interpretó a Nuestro Señor en La Pasión de Cristo, de Mel Gibson, arroja luz sobre esta plaga e invita a todas las personas para que ayuden a erradicarla. Mientras tanto, el Departamento de Justicia de Joe Biden parece restar importancia al problema (aquí). ¿Cree usted, como Caviezel, que hay una conexión entre las élites globales, las agencias gubernamentales y el tráfico de niños?

Como mencioné anteriormente, Ucrania está en el centro del tráfico de niños y de la pedofilia, que involucra principalmente a miembros de la élite satánica del NOM y a las agencias gubernamentales de muchos Estados. No me sorprende que esta élite se esfuerce en todas las formas posibles para minimizar u ocultar estos crímenes atroces, incluso recurriendo al poder del que dispone a través de la política, los medios de comunicación y el mundo del espectáculo. Cuando consideramos que el hijo de Joe Biden sigue en libertad, a pesar de que ha sido retratado con chicas menores de edad en poses tan obscenas como elocuentes, tenemos que preguntarnos qué fuerzas están actuando y cuán profunda es la corrupción de nuestros gobernantes y de toda la clase dirigente que gira a su alrededor.

La denuncia de Caviezel tiene el mérito de sacar a la luz esta red de complicidades y crímenes que claman venganza ante los ojos de Dios, y que no podrá quedar impunes. De hecho, pienso que el ya inminente colapso de todo el Estado profundo se deberá más a la indignación de los ciudadanos de a pie por los horrores que perpetra contra los niños, y no tanto a la evidencia de su plan criminal de exterminio de la humanidad mediante pandemias y hambrunas.

Cuando oigo a Klaus Schwab declarar: “Llegan los cierres climáticos: no es necesario más debate”, me pregunto cuánta prisa tienen estos subversivos -Schwab, Gates, Soros, etc.- para llevar a cabo su infernal proyecto para ocultar la realidad de lo que están haciendo. – Schwab, Gates, Soros, etc., para completar su infernal proyecto de ocultar la realidad de lo que están haciendo. Sus planes de control total pretenden, en última instancia, asegurarse la impunidad mediante la manipulación de la Verdad y la imposición de la mentira.

CFN: A la luz de la creciente supresión de la Misa Verdadera por parte de la Jerarquía, ¿qué consejo le daría Usted a los católicos que están preocupados por participar en la Misa o recibir los Sacramentos por parte de un sacerdote privado de facultades escritas o en “estado canónico irregular”?

Cuando en la década de 1970 el arzobispo Marcel Lefebvre se distanció de la “Iglesia conciliar” y siguió ordenando sacerdotes que garantizaran la celebración de la Misa católica, las primeras medidas contra la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X fueron de carácter canónico: la suspensión a divinis por haber conferido el Orden Sagrado en una institución que se había vuelto irregular de un día para otro. Lo que hizo monseñor Lefebvre hasta el día anterior con el estímulo del Papa se había vuelto ilícito. Solo tres décadas después, en 1988, con las consagraciones episcopales, se impuso la excomunión, posteriormente revocada por Benedicto XVI. Monseñor Lefebvre tuvo la fuerza de dar testimonio de su fidelidad a Cristo incluso desobedeciendo las órdenes de la Jerarquía, y es gracias a esta santa desobediencia que clérigos y fieles pudieron beneficiarse primero del Motu Proprio Ecclesia Dei y luego de Summorum Pontificum.

Al contrario, diría más: muchos de los que hoy se dan el gusto de dar pequeñas lecciones de ortodoxia tratando de demostrar la aceptabilidad del Concilio Vaticano II y de hecho asisten a las celebraciones en rito antiguo con el acuerdo tácito de no rechazar el Concilio, pueden hacerlo gracias a la “intransigencia” -es decir, a la coherencia de principios- de monseñor Marcel Lefebvre, quien denunció los errores de esa asamblea tan siniestra funesta y de la reforma litúrgica que le siguió. Sin su coraje; sin el testimonio de los sacerdotes que fueron arrebatados de los altares por las fuerzas del orden, a petición de los obispos, mientras celebraban la Misa como siempre, el rito tradicional habría desaparecido definitivamente de nuestras iglesias, como lo ha sido durante casi veinte años.

Por eso me pregunto: ¿es posible que la autoridad de la Iglesia se ejerza para impedir lo que la misma autoridad había bendecido y alabado antes del Concilio? ¿Puede el poder vicario del Papa y de los Obispos ir en contra del propósito que Nuestro Señor, titular de ese poder, estableció para la Iglesia? Y también: ¿qué credibilidad puede tener la autoridad de los pastores, cuando primero establece una norma universal, luego prohíbe, después restaura y finalmente suprime de facto el mismo rito? Es necesario reconocer que el ejercicio de la autoridad eclesiástica está indisolublemente ligado al fin por el cual Cristo instituyó la Sagrada Jerarquía, y que ningún poder subversivo puede usurpar esta autoridad sin ir contra la Iglesia y contra el mismo Cristo. La abolición de la Misa Apostólica por parte de Pablo VI para sustituirla por una falsificación escrita por herejes fue un abuso, y la anulación del Summorum Pontificum por parte de Bergoglio es un abuso: no es casualidad que ambos formen parte de una “Iglesia conciliar” en ruptura con la Iglesia Católica; una “Iglesia” autorreferencial, separada de la Sagrada Tradición, con sus propios “santos”, sus propios ritos, su propia doctrina y su propia moral, todo en neto contraste con los Santos, los Ritos, la Doctrina y la Moral de la Iglesia de Cristo. 

Todo el que impide la celebración de la Misa Tridentina lo hace indefectiblemente por malas razones. Nunca en la historia de la Iglesia nadie se ha atrevido a prohibir la celebración del Santo Sacrificio en una forma particular, aduciendo el motivo de que no expresaba una nueva eclesiología: porque si lo hubiera hecho, habría reconocido implícitamente una nueva impostación doctrinal en contraste con la de la Misa, que es completamente inaceptable e inconcebible para un católico.

Si, por tanto, hay una heterogeneidad en la Misa de San Pío V respecto a la religión impuesta por la “Iglesia conciliar”, es ésta la que se sitúa fuera de la Iglesia, y no aquellos que, nulla mutando, quieren defender un rito que ha forjado y forja hasta ahora la santidad de fieles y sacerdotes.

Yo mismo fundé la Asociación Exsurge Domine (aquí está el enlace donde pueden hacer sus donaciones) para ayudar a los sacerdotes, religiosos y religiosas que son perseguidos por la junta bergogliana. Estamos construyendo una villa monástica en la provincia de Viterbo, en Italia, para acoger a la comunidad de Monjas de Pienza perseguida por la Santa Sede y por su obispo. Ayudamos a los sacerdotes que se quedaron sin parroquia porque celebran la Misa apostólica, alejados del Ministerio sólo porque no aceptan la apostasía actual. Hago un llamamiento a todos los católicos para que contribuyan a este proyecto.

Los fracasos de la Iglesia profunda, al igual que los del Estado profundo, pueden ser ocultados y negados, pero son evidentes en todas sus desastrosas consecuencias. Para sacar a la Iglesia profunda del cuerpo eclesial -como se amputa un miembro infectado- es necesario ante todo denunciar a los falsos pastores, resistir con firmeza sus órdenes ilegítimas, coordinar la atención pastoral de las pequeñas comunidades de “refractarios”. Probablemente no será esto lo que nos asegure la victoria, pero nuestro compromiso, nuestro deseo sincero de servir al Señor y salvar las almas, nuestro testimonio de coherencia de vida cristiana podrán inducir al Señor a hacer ese todo que sólo nuestra nada puede mover.

Y es esto, en el fondo, lo que da motivo de esperanza incluso en estas situaciones: no el fatalismo (ortodoxo) de los que esperan la intervención divina sin mover un dedo; no el activismo (protestante) que prescinde de la ayuda de Dios y pone toda esperanza en sí mismo; sino el sano pragmatismo (católico y romano) que combina la omnipotencia de Dios para decidir el destino del mundo con la generosa cooperación del hombre que Él ha creado y redimido. En una palabra, la multiplicación de los panes y los peces.

 

Traducción del original italiano por José Arturo Quarracino

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