La verdad triunfa cuando se la niega

Quotidiano Web

Oppressa vincit veritas

Entrevista de Andrea Caldart a Mons. Carlo Maria Viganò
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Desde hace más de tres años, a través de sus vídeos y mensajes, monseñor Carlo Maria Viganò ha revelado la verdad sobre el relato del gran engaño que estamos viviendo. A partir del Gran Reinicio, pasando luego por Davos, sin dejar de lado ningún tema referido a la violación de los derechos individuales de todos los pueblos, monseñor Viganò ha puesto en evidencia las conexiones globales del plan diabólico ideado por la élite globalista. Los llamamientos sinceros del alto Prelado tienen como objetivo reforzar la verdad contra el “mal satánico” que -advierte monseñor Viganò- está invadiendo el mundo, para llevarlo hacia un precipicio no sólo de colapso económico, sino sobre todo hacia una vorágine moral irreversible, casi como si dijera que ya no hay religión. Para quien hoy, a todos los efectos, es reconocido como el “defensor” o más bien el “comandante” espiritual de toda esa multitud de personas que en el mundo han decidido intentar combatir contra el poder “diabólico” del mal, representado por el arte de la creación de falsas pandemias, ataques a las deudas soberanas, crisis financieras y energéticas, privaciones y limitaciones de las libertades individuales, monseñor Viganò representa el único símbolo verdadero de la defensa del bien común y de la sociedad civil tal como la conocíamos. En esta entrevista exclusiva dialogamos con monseñor Viganò sin olvidar el pasado, pero tratando de imaginar cómo preservar y continuar el mundo, más allá del pensamiento único.

Monseñor Viganò, ante todo gracias por haber aceptado esta entrevista. Partiendo de las palabras de San Pedro: “Resistite fortes in fide”, le preguntamos: ¿cómo podemos resistir hoy, para que nuestro testimonio de la verdad no sea constantemente manipulado?

La resistencia al poder -civil o eclesiástico- cuando éste abusa de su autoridad es una de las formas más heroicas de sentido cívico y religioso. Resistieron el abuso de poder los Mártires, que no obedecen a los hombres sino a Dios: negándose a quemar incienso al César, no aceptando abrazar la herejía o el cisma, oponiendo la profesión de fe a los abusos de los gobiernos liberales o comunistas, proclamando la Verdad católica contra la tiranía secularista y materialista. Pero todos estos Mártires -desde los asesinados en el Coliseo y en el Circo Máximo hasta los católicos todavía perseguidos en la dictadura comunista china con la complicidad del Vaticano- no habrían merecido la palma de la victoria si hubieran confiado en sí mismos, más que en Dios. El heroísmo del Martirio -del testimonio de la Fe- es un acto de humildad, porque el Mártir se reconoce impotente y deja que sea Dios quien le dé la fuerza y ​​el coraje para sacrificar su propia vida. 

Sabemos que Cristo ya venció y que se reserva el derecho de celebrar su triunfo final después de habernos llamado a combatir a su lado  para darnos la oportunidad de compartir su victoria. Pero mientras tanto, Satanás todavía intenta anular los frutos de la Redención, arrebatando a Cristo tantas almas como puede. ¿Como? Con el engaño más antiguo del mundo: Serás similar a los dioses. La sociedad contemporánea, fundada sobre principios revolucionarios y masónicos que niegan el Señorío universal de Cristo Rey, se revela necesariamente anticristiana y anticrística precisamente en el momento en el que se basa en el fraude, es decir, en el rechazo y en la falsificación de la Verdad, porque es Cristo quien ha dicho de sí mismo: Yo soy el Camino, la Verdad, la Vida. Satanás es todo lo contrario: es perdición, es mentira, es muerte. No nos extrañemos, por lo tanto, si sus servidores manipulan o censuran la verdad volviéndola contra quienes la proclaman: el demonio es espíritu de mentira y no sabe hacer más que mentir, atribuyendo sus falsedades a los demás.

Oppressa vincit veritas: la verdad triunfa cuando se la niega. Precisamente en estos momentos de crisis y de mentiras, cuanto más se traiciona la verdad, tanto más está ella destinada a brillar. Todas las falsedades que nos han impuesto en los últimos años -el fraude de la psico pandemia, la emergencia climática, la teoría de género, la guerra en Ucrania- se están derrumbando ante la evidencia de la verdad y esta realidad no puede ser ni silenciada ni ocultada por más tiempo. Llegará el día -muy pronto- en que las masas comprenderán el engaño criminal en su perjuicio y pedirán que rindan cuenta los responsables, quienes entonces ya no podrán esconderse detrás de las instituciones que los han protegido y favorecido.

Demos un pequeño salto atrás en el tiempo: todos tenemos grabada en nuestra memoria la imagen de un Papa que el 28 de marzo de 2020 subió solo las escalinatas de una Plaza de San Pedro fría y desierta, casi como personificando el lenguaje del terror mediático. de la época, al reforzar ese clima de miedo en el que estaban sumidos los pueblos. ¿Eso podría representar la decadencia de la Iglesia clerical?

El exhibicionismo egocéntrico de ese 28 de marzo nos mostró claramente dos cosas. Por un lado, que el jesuita argentino es un emisario de la élite globalista, un obediente ejecutor de órdenes, y hace ostentación de ello con la arrogancia de quien se cree intocable. Por otro lado, que esta descarada demostración de sumisión servil a las élites termina haciendo comprender hasta a los más ingenuos y desprevenidos que Jorge Mario Bergoglio fue colocado en el Trono para demoler la Iglesia de Cristo, por los mismos que admitieron haber puesto como jefes de gobierno en Occidente a sus propios reclutas del Foro Económico Mundial. Si Bergoglio es capaz de disfrazarse de Papa para llevar a cabo la tarea que le ha sido asignada, no debe haber sido un gran esfuerzo representar esa pieza teatral bajo la lluvia, en la que ratificó el fraude pandémico y dio testimonio del suero génico experimental. Imagino que ese spot comercial le valió bastante en términos de reconocimiento de la élite, y también podemos entender por qué el fraude que presenciamos no hubiera sido posible ni con Benedicto XVI como Papa ni con Donald Trump como Presidente de Estados Unidos; uno torpedeado con mucha antelación, el otro cerca de la psico pandemia, por los mismos personajes encabezados por los Obama y los Clinton, por McCarrick y la mafia de San Galo.

Si por “Iglesia clerical” entendemos la secta que ocupa el Vaticano y las diócesis del mundo desde hace sesenta años y especialmente en esta última década, podemos afirmar ciertamente que el descrédito que ella ha acarreado sobre si misma nos hace comprender a los Católicos que se está produciendo un golpe de Estado global y que los subversivos están usando su autoridad para atacar a la institución que representan.

Quien quiere destruir una institución -la Iglesia, el Estado, el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas, los médicos, los medios de comunicación- actúa en dos frentes: en el interno, corrompiendo a sus representantes, para que sean ellos quienes la desacrediten ante el pueblo con sus abusos, su opresión, sus escándalos; en el externo, atribuyendo la corrupción a la propia institución, y no a sus miembros indignos. La corrupción moral y doctrinal del Clero es instrumental para la destrucción del cuerpo eclesial, exactamente como la corrupción de la aristocracia francesa fue preparatoria para la destrucción de la Monarquía de derecho divino, o como la corrupción de los partidos [políticos] en los años 1980’ dio lugar a la pretexto para Manos Limpias y para la abdicación a la soberanía nacional en beneficio de la sinarquía globalista.

Por otro lado, la misma presencia de gente corrupta en la institución les permite aprobar aberraciones que funcionarios honestos e íntegros nunca legitimarían. Es fácil en la ONU presionar para que se reduzca la edad de consentimiento y la consiguiente despenalización de la pedofilia, si en la cima del Estado y de la Iglesia anidan pervertidos y pedófilos. Y es relativamente sencillo obtener su complicidad, si son chantajeables o corruptibles.

¿De qué modo podemos tener esperanza en la salvación de la civilización cristiana?

La civilización cristiana es resultado de un orden social, que para establecerlo fueron necesarios siglos, sacrificios y vidas; y que sobrevive en sus últimos vestigios a pesar del ataque mediático de la cultura de la cancelación y de la ideología del despertar. Este orden social se basa en el orden divino: como en el cielo, así en la tierra. Y así como Jesucristo, Hombre-Dios, es el Rey universal en el cielo, así todo poder terrenal, desde el de los reyes hasta cualquier autoridad civil y eclesiástica, es y debe ser una expresión vicaria del Señorío universal de Cristo. Todo poder proviene de Dios, dice San Pablo. Y esta autoridad debe ser necesariamente cristiana, porque sólo encuentra su legitimidad y sus límites en la coherencia con la Autoridad de Cristo.

Quien obedece, obedece a Cristo que manda a través de Sus representantes en la tierra; quien manda, manda en nombre de Cristo y sabe que no puede mandar nada contrario a Nuestro Señor. Si falla la legitimación divina de la autoridad y su función vicaria, ésta se transforma en tiranía, porque no tiene ningún límite fijado desde lo alto y no existe ninguna regla eterna y trascendente a la que los súbditos puedan apelar para sustraerse de ella.

La crisis de la Autoridad se ha extendido también a la Ley natural, desde el momento que no persigue el bonum commune -como debería hacer cualquier poder, incluso pagano- sino que se convierte en realidad en enemigo de los ciudadanos. La traición al pacto social hace que esta autoridad sea ilegítima y los subversivos que la usurpan deben ser denunciados y perseguidos.

Durante al menos más de dos siglos, la Revolución ha adoctrinado a generaciones de jóvenes con el mito de la democracia, haciéndoles creer que la clase política tiene realmente en su corazón los intereses de la Nación y el bien de los ciudadanos, mientras que desde hace dos siglos gobierna el lobby masónico internacional.

Si, en consecuencia, queremos salir de este laberinto, lo primero que debemos hacer es volver a Cristo, devolviéndole esa corona que la Revolución usurpó con el engaño.

En una entrevista reciente Usted declaró que “el próximo cónclave constituirá una provocación” y que “la lógica de Bergoglio es la de crear un cisma”: ¿hacia qué Iglesia nos dirigimos? ¿Seguirá siendo la Iglesia de Dios o asistiremos a una “modernización progresista” con nuevas figuras y nuevas creencias arcoíris?

La Iglesia es una y pertenece sólo a Cristo, quien es su Cabeza divina, de quien el Papa es Vicario. Bergoglio ha demostrado más allá de toda duda razonable que actúa como emisario de la Iglesia profunda para desacreditar al Papado y a la Iglesia católica, y esto repugna al rol asignado por Cristo a San Pedro y a sus Sucesores. Todo lo que ha logrado en estos diez años es la ejecución del proyecto subversivo organizado por el Estado profundo angloamericano, como se desprende de los correos electrónicos de John Podesta publicados en Wikileaks. Inmigracionismo, ecumenismo, ecologismo neomalthusiano, democratización de la Iglesia, políticas sanitarias, igualdad de género, cultura de la cancelación, ideología del despertar: no hay un solo punto de la Agenda 2030 que no haya encontrado en Bergoglio un ejecutor muy celoso. Incluso la última, escandalosa y abominable Declaración Fiducia supplicans que autoriza (e impone) la bendición de las parejas de concubinos y de las parejas homosexuales constituye un punto más en la lista de tareas asignadas por la elite globalista al jesuita argentino, cómplice de la mafia de San Galo, y es tan sin precedentes que ya ha provocado protestas inmediatas, incluida la prohibición de su aplicación por parte de muchas diócesis y Conferencias Episcopales enteras.

Como se puede ver, Fiducia supplicans ya ha logrado uno de sus objetivos: suscitar la indignación de los católicos – laicos y clérigos – para empujarlos a distanciarse de la secta de Santa Marta. El otro objetivo es legitimar de facto una forma de reconocimiento de las uniones irregulares sin llegar inmediatamente al matrimonio de divorciados o de sodomitas, siguiendo el modelo de las “parejas de hecho” o de “pacs” que la autoridad civil aprobó hace veinte años en muchas naciones. Esas uniones, en las tranquilizadoras declaraciones de los políticos, no deberían haber puesto en duda el matrimonio tradicional: dos décadas después vemos cómo los “pacs” fueron el penúltimo paso antes de llegar al matrimonio homosexual, y si Bergoglio se mueve hoy para hacer lo mismo en el ámbito eclesiástico, es porque sabe y quiere que se llegue al matrimonio sacramental también para dos hombres y dos mujeres.

Pero lo que no debe escaparse, de esta táctica tan astuta como devastadora, es que mientras los moderados se esfuerzan por recordar que el prefecto Tucho Fernández reiteró que el matrimonio es sólo entre un hombre y una mujer y que por lo tanto “no hay ningún cambio de doctrina”, parece que no se dan cuenta de que mientras tanto la Declaración Fiducia supplicans emite normas vinculantes para todas las diócesis, y sabemos bien que si un obispo se atreve a expresar alguna crítica al sátrapa, la violenta respuesta vaticana se desencadena inmediatamente con deposiciones, privaciones del salario, acciones de descrédito y sanciones canónicas. Imagínese con qué serenidad alguno de los muy temerosos obispos que existen hoy se atrevería a impugnar lo que, por sí solo, en otros tiempos, habría bastado para encerrar al argentino en una celda del Castel Sant’Angelo.

Alguno podrá objetar que muchos obispos se oponen a la Fiducia supplicans, lo que en sí mismo es algo excelente. Pero la mentalidad detrás de este y otros documentos vaticanos es precisamente la sinodalización de la Iglesia, dando a cada Conferencia Episcopal la posibilidad de tomar decisiones disciplinarias y magisteriales como si fueran Iglesias nacionales cismáticas. Las diócesis con buenos obispos tal vez podrán esperar no aplicar los dictados de Bergoglio (hasta que él los elimine), y aquellas con obispos progresistas se desatarán en todos los frentes, yendo mucho más allá de lo que establece hipócritamente el documento vaticano: las diócesis alemanas. ya ha anunciado que quiere bendecir oficialmente a las parejas homosexuales como tales.

Me gustaría señalar que si los conservadores reconocen a Bergoglio como el Papa legítimo pero al mismo tiempo entienden que toda su acción es deliberadamente divisiva, por otro lado los progresistas no reconocen a Bergoglio como Vicario de Cristo, sino como exponente de su facción que, usurpando el Papado, ahora puede obtener los resultados deseados. Bergoglio es su “Papa” precisamente porque no tiene nada en común con ningún Papa que le haya precedido, y el mismo jesuita argentino se apoderó del papado para utilizarlo en contra de sus propios fines: es la cuestión del vicio del consentimiento del que hablé en mis últimas intervenciones.

En el Evangelio de Lucas, capitulo 21, está escrito: “Jesús dijo a los discípulos: Cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos entonces entenderéis que será conquistada y los que tienen la cabeza inclinada podrán levantarla porque serán salvados”. Hoy se está produciendo un sangriento genocidio en esa zona: en su opinión, Excelencia, ¿se harán realidad las palabras del evangelista Lucas y qué debemos esperar?

El sionismo es una herejía del judaísmo, nacida con el Congreso Sionista de Basilea en 1897 y desarrollada en el ámbito asquenazí. Los judíos ortodoxos creen en la venida de un Mesías personal, a quien los católicos reconocen en Jesucristo pero a quien todavía esperan. Los sionistas, en cambio, creen que el Mesías es el Estado de Israel, lo deifican y, por lo tanto, legitiman los horrores y crímenes de los que han sido culpables durante décadas y que vemos que tienen lugar en la Franja de Gaza en las últimas semanas. No es casualidad que los sionistas consideren enemigos a los judíos ortodoxos, del mismo modo que los modernistas consideran enemigos a los católicos tradicionalistas.

La infiltración de los sionistas en todas las naciones occidentales y atlantistas es evidente y reconocida por ellos mismos. Es gracias a ello que el Mossad israelí, mediante el chantaje, mantiene bajo control a los gobiernos y la información, además de poseer todo el sistema financiero y económico. Cuando los crímenes cometidos por estos gobernantes, políticos, magistrados, actores, periodistas y prelados salgan a la luz con todo su horror, los sionistas ya no podrán chantajearlos y, por lo tanto, perderán su poder sobre las naciones.

Su compromiso no se limitó al envío de mensajes en vídeo, sino que ha fundado la Asociación Exsurge Domine para “la toma de conciencia de una grave crisis eclesial, que últimamente ha llegado  a ser una verdadera persecución de sacerdotes y religiosos que no adhieren a la apostasía y a la traición de la Iglesia de Cristo”. ¿Le gustaría contarnos sobre los proyectos que ha comenzado a implementar?

“Podría pasar a la historia como quien dividió a la Iglesia”, dijo Bergoglio en 2016. Me parece que este destino se ve confirmado por una serie ininterrumpida de acciones y declaraciones altamente divisivas, que culminaron el último año con la abierta persecución de los buenos y la protección arrogante de personajes corruptos y pervertidos.

Bergoglio se muestra partidario de conflictos y de cismas: la acción desintegradora del jesuita argentino se basa en su capacidad de chantaje e intimidación, sabiendo muy bien que los clérigos y prelados heréticos son conscientes de poder moverse con la máxima libertad, mientras que los fieles al Magisterio no llegan a comprender que desobedecer a Bergoglio no sólo no cuestiona en lo más mínimo el Papado, sino que, de hecho, lo protege. Por este motivo, la desobediencia de los malos al Magisterio es tanto más descarada cuanto más se alinean con el Sátrapa, mientras que la resistencia de los buenos es decididamente poco incisiva y eficaz. Pero el escándalo de Fiducia supplicans tuvo el mérito, por así decirlo, de tocar uno de esos valores considerados no negociables que permanecieron sustancialmente intactos bajo los dos pontificados anteriores, asegurando que una parte significativa del episcopado católico del mundo se haya dado cuenta de la amenaza que ese documento vaticano constituye para la supervivencia misma de la Iglesia. La oposición cada vez más abierta a esa vergüenza deseada por Bergoglio e impuesta por Fernández -que ahora intenta torpemente redimensionar- es la prueba de la traición de Bergoglio y la premisa para poner fin a este desastroso “pontificado”.

¿Y entretanto que se puede hacer?

Mientras esperamos que esta indigna parodia de la Jerarquía católica sea sustituida por santos obispos y santos sacerdotes – porque lo que necesitamos son santos – podemos ayudar a aquellos que están redescubriendo el verdadero sacerdocio y la verdadera vocación religiosa y que por esa razón son perseguidos y condenados al ostracismo. 

De hecho, Exsurge Domine no está dirigido a aquellos que -como los miembros de la Fraternidad San Pío o de otros institutos canónicamente independientes- ya están en la Tradición, sino a quienes se acercan con buena voluntad, provenientes de las trabajosas realidades eclesiales actuales. Me refiero a párrocos que descubren la Misa antigua, a monjes que quieren vivir fielmente la Regla, a jóvenes católicos que desean servir al Señor pero comprenden que no pueden formarse en seminarios o conventos bergoglianos. Estas Vocaciones deben ser ayudadas a redescubrir la belleza de la Fe Católica y de su Liturgia, el heroísmo de la Santidad, en un camino de recuperación y reconstrucción que requiere paciencia, constancia, disciplina y -necesariamente- tiempos de conversión más largos. La misión de Exsurge Domine es también la de hacer renacer -sobre todo mediante la predicación y la acción apostólica – esa conciencia católica devastada por décadas de tiempos posconciliares. En esta batalla espiritual queremos acoger y ayudar con caridad paternal a quienes quieren luchar por el Señor, pero se dan cuenta de que necesitan volver a familiarizarse con las armas de la oración, de la penitencia, del estudio y de la vida interior.

En el marco de esta perspectiva nació también el Collegium Traditionis, una casa de formación clerical tradicional en la que se quiere preparar a los sacerdotes del mañana con la ayuda de los buenos sacerdotes de hoy. Es un proyecto que requiere un gran compromiso económico y que sólo será posible gracias a las donaciones de muchas personas generosas. Hago un llamamiento a todos los católicos para que contribuyan a esta iniciativa, la única nacida en Italia y para Italia, para el renacimiento espiritual de nuestro país, para la mayor gloria de Dios y la santificación de las almas.

 

© Traducción al español por José Arturo Quarracino

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