Instaurare omnia in Christo

Mons. Carlo Maria Viganò

Instaurare omnia in Christo

Discurso en la conferencia
«Eurasia y los valores tradicionales: el desafío a la globalización»
Verona, 5 de abril de 2025

Queridos amigos

Ante todo, permítanme expresar mis saludos y agradecimientos a todos ustedes por la oportunidad que me ofrecieron de participar en este evento. Como ustedes saben, tuve la oportunidad de hablar en la Conferencia Internacional de Rusófilos el 14 de marzo de 2023 y el 28 de febrero de 2024. También en esas circunstancias reiteré mi apoyo y cercanía espiritual al pueblo ruso y a su presidente Vladimir Putin, sacando a la luz las mentiras engañosas que la propaganda globalista difunde impunemente para legitimar un conflicto que nunca debería haber comenzado. No puedo más que alegrarme por el acercamiento entre los Estados Unidos de Trump y la Rusia de Putin, en un momento en que los subversivos de la Unión Europea intentan a toda costa sabotear las conversaciones de paz e incitar contra ambos a Zelenskyj, su títere corrupto. 

La situación política internacional

Mientras estamos aquí discutiendo temas que son particularmente cercanos a nuestros corazones, nuestros gobernantes están planificando el rearme de los países europeos, justificándolo con la supuesta amenaza que la Federación de Rusia representaría para la paz y la seguridad internacional. Sin embargo, sabemos bien que fue la OTAN la que no respetó los compromisos asumidos, relacionados con la no expansión de las bases hacia el Este, con la complicidad del Estado profundo angloamericano en la desestabilización de Ucrania a través de un cambio  de régimen auspiciado por la USAID. La constitución de un ejército común sirve en realidad para crear las condiciones para la creación de una entidad europea que absorba y anule las soberanías nacionales, y que esté en condiciones de obligar a los Estados miembros -a la espera de engullirlos- mediante el uso de la fuerza militar. Si Hungría o Rumanía o cualquier otra nación no sujeta a  los dictados de Bruselas crearan problemas para la consecución de los objetivos de la Unión Europea, podríamos ver en efecto al ejército de von der Leyen avanzar sobre Budapest o Bucarest, tal vez con soldados islámicos alistados entre las hordas de inmigrantes que nos invaden. La primera ministra Meloni piensa detenidamente y escucha a los miembros de la coalición de gobierno que conservan una mayor objetividad que algunos miembros “proeuropeos” de su partido y de Forza Italia. No olvidemos que las Fuerzas Armadas son instituciones que deben gozar de legitimidad democrática: colocadas bajo el control de una entidad superior, son en realidad un instrumento de coerción ilegítima de una dictadura. Pero esto, en una perspectiva a largo plazo, es exactamente lo que la sinarquía globalista pretende hacer concretamente: crear una nación europea que a su vez confluya en el gobierno único del Nuevo Orden Mundial. Queda por ver si Estados Unidos permitirá la creación de un ejército potencialmente enemigo, que paradójicamente operaría en el marco de la OTAN de la que Washington forma parte todavía.

Las verdaderas razones del rearme

Al igual que en las anteriores emergencias pandémicas y medioambientales, el motivo oficial de la temida emergencia bélica sirve para ocultar otros fines: el verdadero objetivo del plan Rearm Europe  –rebautizado  como Readiness 2030, con significativas referencias a la Agenda del mismo nombre– es permitir a Alemania y a Francia, así como a Gran Bretaña, reconvertir el sector automovilístico destruido por las disparatadas políticas de NetZero en la producción de armas y tanques. Stellantis y Luxottica, por su parte, ya se están moviendo para que el gobierno brinde las ayudas que permitirán la misma conversión, después de haberse beneficiado de fondos públicos en 2020 para producir mascarillas para la psico pandemia. Y mientras el contribuyente paga los desastres de la Agenda 2030, von der Leyen se prepara para echar mano de las cuentas corrientes de particulares para financiar sus delirios belicistas con más de 800.000 millones de euros, con el aliento de los líderes nacionales, atraídos por la perspectiva de producir armamento a costa de sus ciudadanos y despreciando los parámetros de Maastricht. Por supuesto, ver a la izquierda pacifista reunida en Roma, en la Piazza del Popolo, el 15 de marzo,  para apoyar el rearme es surrealista, se vuelve grotesco por la presencia de aquellos que están dispuestos a negar sus ideas a las órdenes y a cambio de un pago. Pero no podemos olvidar que la izquierda de Elly Schlein quiere ser la heredera de aquel subversivo Manifiesto de Ventotene, en el que el masón y “padre fundador” de la Unión Europea, Altiero Spinelli, teorizó sobre la dictadura del proletariado, la inutilidad del proceso democrático y el uso de un ejército europeo para obligar a las masas a obedecer.

Hay quienes afirman que Zelenskyj no puede ser excluido en las negociaciones de paz para Ucrania, a pesar de que es un claro perdedor en todos los frentes y no goza de ninguna legitimidad, al haber prohibido las elecciones presidenciales y dejado de lado a los partidos de oposición ucranianos. En 2023 escribí que «Ucrania actúa como ariete en  la guerra de poder de la OTAN  contra la Federación Rusa, por lo que en primer lugar deberíamos dejar de considerar a Zelenskyj como un interlocutor en cualquier acuerdo de paz: si no contó para nada en la declaración de guerra y en la continuación de las acciones militares llevadas a cabo hasta ahora, no veo cuál debería o podría ser su rol en una mesa de paz». 

Esto es lo que declararon recientemente los presidentes Putin y Trump mientras se preparaban para negociar el fin de un conflicto desastroso, que podría haberse evitado si se hubiera aplicado el acuerdo de Minsk. Desde este punto de vista, la tregua deseada por Macron y Starmer, que ya ha sido violada, parece dirigida -como ya ha ocurrido anteriormente- a ganar tiempo para rearmar a Ucrania y continuar la guerra, y no a ponerle fin.

El general Marco Bertolini declaró recientemente: «El Reino Unido […], después de haber repudiado a la Europa unida retirándose de ella con un referéndum, ahora quiere ponerse a la cabeza de los restantes países europeos para llevarnos a todos a la guerra y así lograr su objetivo histórico: destruir a Rusia para desmembrarla en muchos pequeños Estados vasallos y saquear sus inmensos recursos con su clásico espíritu colonialista. Las élites europeas […] hoy querrían atacar a Rusia de nuevo, llevando la guerra y la destrucción a Europa una vez más. La paradoja es que todos aquellos que hasta ahora han agitado los colores de la paz y han parloteando sobre la Europa de la Paz, la Libertad y la Democracia, quieren esta guerra en el mismo momento en que Estados Unidos y la Federación Rusa están llegando a un acuerdo de paz. Falsos, más falsos que un billete de 1 euro. Es por eso que espero sinceramente que esta horrible Unión Europea, oligárquica, belicista, autoritaria y antipopular fracase pronto y que los Estados verdaderamente soberanos encuentren formas de colaboración y cooperación diferentes a las actuales que tiendan a la paz y al bienestar social y económico de sus ciudadanos».

Focos de nuevos conflictos

Sin embargo, justo cuando parece haberse evitado la hipótesis de una Tercera Guerra Mundial en el corazón de Europa, se abre un nuevo frente en Medio Oriente, donde esta vez  Estados Unidos está librando una guerra de poder contra Yemen y, en consecuencia, contra Irán. Debemos esperar y rezar para que el presidente Trump no permita que se lo involucre en un nuevo conflicto, que le hace el juego a aquellos que, en Israel que están deslegitimados por sus propios ciudadanos.

Otro frente es el de Siria, luego del golpe de Estado que llevó al poder al terrorista islámico Abu Mohammed al-Jolani, derrocando al presidente legítimo Bashshār al-Assad. El vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, ha denunciado la persecución y el genocidio de la minoría cristiana y alauita, pero mientras tanto la Unión Europea anunció hace unas semanas el envío de 5.800 millones de euros en ayuda para quienes masacran a nuestros hermanos cristianos en Siria. Y en Gaza, por enésima vez, el criminal de guerra Netanyahu quebranta el cese del fuego y sigue exterminando a civiles palestinos, con el pretexto de que quiere eliminar a los terroristas de Hamas.

La acción subversiva de los lobbies

En definitiva, estamos frene a una situación política extremadamente compleja, en la que las decisiones son casi siempre tomadas por personas que no tienen legitimidad democrática y que responden a poderosos  lobbies supranacionales. Lo hemos visto, aquí en Italia, con el discurso de Mario Draghi del 18 de marzo, destinado a defender la necesidad de “una cadena de mando superior que coordine ejércitos heterogéneos y se desvincule de las prioridades nacionales”. Me pregunto si en la época del presidente Cossiga esta declaración subversiva no habría merecido el arresto del “vil empresario” por alta traición. En la mente de los eurócratas, nuestro rol debe limitarse a pagar de nuestro propio bolsillo –y tal vez también con nuestras propias vidas– los delirios de poder de la élite de Bruselas. Y si la asignación de 800.000 millones de euros para el rearme por parte de la Unión Europea va acompañada de la activación de la moneda digital por parte del Banco Central Europeo (prevista para el próximo mes de octubre), entendemos bien que el control del Sistema sobre el dinero de los ciudadanos se vuelve total y nos será imposible rebelarnos contra las decisiones de los tiranos globalistas. 

No creo que haga falta ser un experto en estrategia internacional para comprender que este panorama es nada tranquilizador, porque los intereses económicos de los grandes fondos de inversión –que incluyen tanto a la industria farmacéutica como a los bancos y a la industria armamentística– son los principales defensores de la ideología globalista y, al mismo tiempo, son los primeros, si no los únicos, beneficiarios.

Pax christi in regno Christi

Lo que es evidente es que la paz constituye una eventualidad que muchos, demasiados intereses deben evitar absolutamente. Por otro lado –y aquí les hablo a ustedes como obispo– la Pax Christiana no tiene nada que ver con la paz del mundo. Nuestro Señor nos lo recordó en su espléndido discurso a los Apóstoles en la Última Cena: “La paz les dejo, mi paz les doy. No como la da el mundo, yo se la doy a ustedes. No se turbe vuestro corazón y no tenga miedo (Jn 14, 27). Porque la paz de Cristo presupone un orden moral y social que este mundo no entiende y no quiere, hasta que se convierta y vuelva a Cristo. Porque la paz de Cristo depende de que se le reconozca como Rey y Señor de todas las sociedades terrenales, de que se comprenda que el único detentador de la autoridad en la tierra es Nuestro Señor y que el poder de los gobernantes sólo es legítimo si se ejerce dentro de los límites del bien que Dios ha establecido. Porque la paz de Cristo es exactamente lo contrario del pacifismo hipócrita de un mundo anticristiano esclavizado al Adversario. Pax Christi in regno Christi, dice el adagio: ¿pero qué paz se puede tener allí dónde se convierte en discurso de odio proclamar que Cristo es Rey?

El ataque a la sociedad occidental

Y aquí llegamos al punto central de nuestro encuentro.

El tema de vuestra conferencia es Eurasia y los valores tradicionales: el desafío al globalismo. Permítanme señalarles que no se trata de un desafío, sino de una guerra no convencional y no declarada: una guerra sin cuartel, en la que una minoría subversiva de criminales que han usurpado el poder en todos los niveles pretende subyugar a los pueblos del Occidente alguna vez cristiano, incluso poniéndolos en guerra contra el Islam para presenciar cínicamente la destrucción mutua. Nos enfrentamos con un lobby de personajes ampliamente comprometidos, moralmente corruptos, intelectualmente extraviados y sometidos al chantaje por crímenes execrables. Este lobby, que se ha infiltrado en los más altos niveles de las instituciones civiles y religiosas, representa literalmente una amenaza mortal para toda la humanidad, a la que considera a su merced y que pretende diezmar, para posteriormente esclavizar a los supervivientes.

En los últimos años hemos asistido a la demolición definitiva de los principios que constituyen los fundamentos de la Civilización cristiana, con la complicidad de la Iglesia bergogliana, no menos corrupta y chantajeable. Y esa actitud renunciante, que algunos de ustedes creían motivada por la tolerancia o por el deseo de armonía entre los pueblos, ha resultado en cambio una complicidad culpable con el enemigo, un servilismo cortesano al plan globalista y una traición vil a los pueblos.

La sustitución  étnica y la islamización de nuestras ciudades a través de la invasión de inmigrantes ilegales; la propaganda woke a favor de las perversiones morales de la ideología LGBTQ y de género; la farsa de la pandemia y de las vacunas con la complicidad de los medios  de comunicación y de la clase médica; el fraude climático, basado en teorías descaradamente infundadas y en alarmismos absurdos; la guerra como medio para ocultar la corrupción de la clase dirigente occidental; la destrucción de la familia natural; el empobrecimiento sistemático de las clases más débiles y la reducción continua de las protecciones sindicales y de seguridad social: todos estos ataques a nuestra sociedad no son fruto de meras contingencias, sino el resultado de un plan subversivo que parte de la élite globalista y principalmente del Foro Económico Mundial, con financiamiento de USAID y de otras agencias gubernamentales estadounidenses durante las Administraciones anteriores. El recorte de fondos decidido en Estados Unidos por el DOGE ha sacado a la luz una maquinaria infernal diseñada para inmiscuirse -a costa del contribuyente y en su detrimento- en el gobierno de las naciones y subvertir el orden social: hasta ahora solo hemos visto la punta del iceberg. Todos estamos convencidos de que la acción de Soros y de sus fundaciones “filantrópicas” debe ser detenida y castigada, como ya está sucediendo en algunos Estados.

La amenaza del globalismo woke

Por estas razones, queridos amigos, no hablaría de “valores tradicionales”, como si se tratara de algo anticuado que merece permanecer presente en nuestra memoria como en un museo. En su acepción católica, La Tradición consiste en mantener encendida la llama sagrada de la Verdad y no en conservar sus cenizas.

Si ustedes están aquí hoy, como estuvieron en las plazas protestando contra el pase verde y más recientemente contra la propaganda belicista de la Izquierda radical, es porque han comprendido que la amenaza no viene de fuera, ni siquiera está representada por la Federación Rusa, sino que está constituida por quienes, sin ninguna legitimidad, en la cima de los Estados y de la Unión Europea persiguen la instauración de una dictadura global. Esta dictadura quiere destruir todo residuo de soberanía nacional, de identidad, de cultura, de religión, de civilización. Debe matar toda esperanza, desarmar toda protesta, silenciar toda crítica, criminalizar todas las voces disidentes, impedir todo enfrentamiento: porque aparte de la violencia y de la censura, no tiene ningún argumento para legitimar su acción tiránica.

Por eso no usaría el término “valores”, sino “principios”: porque los valores están sujetos a cambios, mientras que los principios se basan en la verdad y permanecen inmutables a lo largo del tiempo.

Quiero ser más claro todavía, y espero que me perdonen si puedo parecer un poco incisivo en mis declaraciones. Si creemos que podemos combatir la amenaza epocal del globalismo masónico continuando defendiendo “valores” como el Renacimiento, la democracia o la Resistencia, estamos definitivamente fuera del camino. Estas ideas tienen en común la matriz revolucionaria, que es intrínsecamente antihumana y anticrística. La sociedad moderna ha olvidado, incluso ha pisoteado, los derechos soberanos de Dios para sustituirlos por los “derechos del hombre” que se hace dios; Y muchos siguen sin comprender que si no reconocemos a la autoridad terrena un límite que le es dado por su necesaria conformidad con la autoridad divina de la que emana, abrimos el camino a un régimen totalitario en el que el poder es autorreferencial y, por lo tanto, absoluto.

Instaurare omnia in Christo

Si la Federación Rusa y su presidente Vladimir Putin son hoy en día enemigos del globalismo, es precisamente a causa de su reapropiación de una herencia cristiana que el materialismo ateo había tratado de borrar. Y es a esta herencia —que nosotros, los italianos, tuvimos la gracia de acoger mucho antes de que los santos Cirilo y Metodio convirtieran a los pueblos eslavos a Cristo— a la que también nosotros debemos volver: no celebrándola como vestigio de un pasado glorioso pero descolorido, sino haciéndola renacer, haciéndola viva y palpitante en nuestras vidas, en nuestras casas,  en nuestras naciones. Esta herencia volverá a resplandecer no como un simple valor tradicional, sino como la razón de nuestra misma existencia, ya que está fundado en Nuestro Señor Jesucristo, Alfa y Omega, principio y fin de todas las cosas, Señor del tiempo y de la historia.

Tiene razón el primer ministro Viktor Orbán: necesitamos refundar Europa –no la Unión Europea, seamos claros– sobre el cristianismo, y este renacimiento moral y social sólo es posible en la defensa de la soberanía nacional, en la protección de la familia, con una reforma económica liberada definitivamente del yugo de las finanzas usureras, en la promoción de acuerdos de cooperación pacífica entre Estados. Y en el destierro de los subversivos que conspiran para matarnos en cuerpo y alma.

Para combatir el globalismo debemos ser inmunes a sus errores y a sus engaños. Comencemos a desmantelar las falsedades y los fraudes que ha construido, y volvamos a Cristo, proclamando su señorío universal y dando testimonio de su Evangelio. Este es mi deseo, en estos días de Cuaresma que nos preparan para la Pascua. Hagamos nuestro el grito de los Apóstoles, sacudidos por la tempestad en el mar de Galilea: Señor, sálvanos: estamos perdidos. (Mt 8, 25). El sueño en el que el Salvador parece ignorar nuestros temores terminará en el momento en que finalmente tengamos el valor de dirigirnos al Único que puede verdaderamente salvarnos, a Aquel que manda a los elementos, al Príncipe de la Paz. 

 

+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo
ex Nuncio Apostólico en Estados Unidos de América

 

5 de abril de 2025
Sábado de la IV Semana de Cuaresma

© Traducción al español por José Arturo Quarracino

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