
El complot globalista contra la Iglesia

El complot globalista contra la Iglesia
Steve Bannon entrevista al Arzobispo Viganò
Steve Bannon: Recientemente, un grupo de católicos estadounidenses pidió al presidente Trump que investigara si el gobierno de Estados Unidos estuvo involucrado en la secuencia de eventos que resultaron en la renuncia del papa Benedicto XVI el 11 de febrero de 2013 y el posterior cónclave que eligió a Francisco el 13 de marzo de 2013. Usted pidió recientemente a la Administración Trump que “investigue el Plan del Estado Profundo para eliminar a Benedicto XVI”. ¿Usted cree que la Administración Obama/Biden se inmiscuyó en la abdicación del papa Benedicto XVI y en la elección de Jorge Bergoglio? Si es así, ¿por qué?
Arzobispo Viganò: Si no estuviéramos hablando de la Iglesia –o, para ser más precisos, del Vaticano– sino de cualquier nación soberana, las evidencias de un golpe de Estado no serían cuestionadas por nadie. Por otro lado, sabemos que el Estado profundo ha interferido varias veces en el gobierno de muchas naciones diferentes, y que continúa haciéndolo a través de sus emisarios. Precisamente en los últimos días el cardenal Burke ha denunciado el intento del “presidente” Macron de presionar al colegio cardenalicio para impedir la elección de un Papa conservador que cuestionaría las políticas de la Unión Europea.
A partir de los correos electrónicos de John Podesta publicados por Wikileaks, sabemos que el esquema adoptado en la esfera civil para fomentar las “revoluciones de colores” también se replicó servilmente en la esfera eclesiástica.
El modus operandi es el mismo: el Estado profundo financia movimientos ideológicos y grupos de presión social a través de la USAID y otras agencias gubernamentales para simular la disidencia contra el Magisterio de la Iglesia Católica y así poder presionar a la jerarquía para que adopte reformas, siempre en un sentido “progresista”. Al mismo tiempo, la parte de la jerarquía cómplice de esta operación subversiva utiliza esta disidencia “virtual” para legitimar reformas que nadie pide: sacerdocio femenino, legitimación de la sodomía, aparente democratización de la autoridad a través de la “sinodalización” del papado monárquico, etc.
Por lo tanto, todo se basa en la falsa premisa de que existe un problema (uno que es creado artificialmente y que no es percibido en absoluto por el pueblo cristiano), que se puede remediar con la solución ofrecida (que en condiciones ordinarias ni siquiera podría tomarse en consideración).
Tal interferencia en el gobierno de la Iglesia Católica llegó al punto de teorizar la necesidad de reemplazar al entonces Pontífice reinante, Benedicto XVI, por un emisario del Estado profundo que llevaría a cabo su plan subversivo. Y eso es exactamente lo que sucedió poco después: Benedicto XVI se vio obligado a dimitir; Jorge Mario Bergoglio fue elegido en el “cónclave” de 2013; y este jesuita argentino cumplió efectivamente las órdenes que había recibido. También observo, de paso, que en el trasfondo de este perturbador panorama hay un elemento consistente: todos los protagonistas del golpe pertenecían a la élite pedófila: de Obama a McCarrick, de Hillary Clinton, de John Podesta, de los Biden…
Por lo tanto, es absolutamente esencial que la nueva Administración de Estados Unidos -en la que el vicepresidente JD Vance es un católico practicante- investigue estos aspectos y saque a la luz cómo estuvieron involucradas las Administraciones anteriores. Sabemos que fueron cómplices y promotores no solo del golpe vaticano, sino también de otras operaciones exteriores e internas similares –pienso en primer lugar en el fraude electoral de 2020.
Una vez que la evidencia y los nombres de los culpables estén disponibles, la Jerarquía Católica no podrá ignorar hechos de relevancia política utilizando la excusa de que se trata de “cuestiones meramente canónicas”.
Steve Bannon: ¿Quién cree Usted que desempeñó un rol fundamental en ese golpe? ¿Cómo afectaría práctica y canónicamente a la Iglesia Católica la evidencia de interferencia extranjera en una elección papal?
Arzobispo Viganò: Este golpe es parte de un golpe global más amplio organizado por el lobby subversivo de la izquierda woke (en el frente ideológico) y por el Foro Económico Mundial (en el frente financiero). Su objetivo es la destrucción de toda forma de resistencia contra el establecimiento del Nuevo Orden Mundial, el establecimiento de gobiernos totalmente controlados por una élite de tecnócratas y el establecimiento de una nueva Religión de la Humanidad que dé fundamentos doctrinales y morales a la distopía globalista. En la mente de estos criminales devotos del Anticristo –porque es el reino del Anticristo del que estamos hablando– Bergoglio iba a ser el primer “Papa” de la nueva Iglesia ecuménica y sinodal preparada desde el Vaticano II. Y es precisamente a causa de esta total heterogeneidad incluso con respecto a sus predecesores inmediatos (e incluso con respecto a los más progresistas de éstos) que no se puede considerar a Bergoglio como un Papa de la Iglesia Católica.
Está claro que, si se pudiera demostrar esta interferencia en el cónclave de 2013, ello implicaría la nulidad de la elección y la ilegitimidad del papado de Bergoglio. Esto sería, en efecto, un gran reinicio, porque anularía todos los actos de magisterio y gobierno de Bergoglio, desde sus “encíclicas” heréticas hasta su nombramientos de obispos y cardenales.
Antes de que comience el próximo cónclave, es esencial verificar que los miembros del Colegio Cardenalicio son realmente legítimos, porque cualquiera que pretenda ser elegido Papa por el cónclave verá comprometida su legitimidad.
Steve Bannon: El 1 de julio de 2025 la Arquidiócesis de Detroit cerrará 28 prósperas parroquias (que celebran Misa en latín) por orden del recién nombrado arzobispo Edward Weisenburger. ¿Qué consejo le daría a los católicos tradicionales que asisten a esas Misas? Con la supresión generalizada de las florecientes Misas en latín en Estados Unidos y en todo el mundo, ¿cómo deben responder los católicos? ¿Deberían resistir?
Arzobispo Viganò: El odio a la Misa tradicional es uno de los sellos distintivos de los enemigos de Cristo. Este odio está motivado ciertamente por el hecho de que la Misa en latín no deja lugar para errores y herejías que se oponen a las verdades del Dogma católico.
Es significativo que sean precisamente obispos y cardenales obsesivamente encandilados con la “sinodalidad” los que pisotean la voluntad de millones de católicos que sólo piden poder tener acceso a la Misa de todos los tiempos. Esto pone al descubierto el engaño de quienes se llenan la boca con consignas altisonantes sobre la participación activa de los fieles (“actuosa participatio“) y sobre el rol de los laicos en la Iglesia –tan proclamado por el Concilio– con el único fin de quitar autoridad a los buenos pastores y transferirla a nuevos tiranos.
Los fieles católicos -y con ellos los sacerdotes, obispos y religiosos- tienen derecho a no ser defraudados de la Misa Apostólica, que Nuestro Señor confió a la Iglesia para que la custodiara y la transmitiera sin cambios arbitrarios. Este derecho ya existía antes de la imposición del Novus Ordo por Pablo VI y fue reafirmado por el Motu Proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI, que no por casualidad Bergoglio prácticamente suprimió con Traditionis Custodes.
Recuerdo a los católicos que una de las herramientas más eficaces para coaccionar a sus pastores consiste en asignar sus ofrendas financieras sólo a aquellas diócesis y comunidades en las que se les da realmente la posibilidad de seguir siendo católicos. Cuando Sus Excelencias se encuentren sin el dinero de los fieles, por un lado, y sin fondos gubernamentales de USAID, por el otro, se verán obligados a elegir hacer de todos modos lo que debería haber sido su deber desde el principio.
Steve Bannon: En 2023 la Administración Biden, a través del FBI, lanzó una campaña contra los católicos tradicionales que asisten a la Misa en latín, etiquetándolos como “extremistas violentos por motivos raciales o étnicos (RMVE) entre los católicos radicales-tradicionalistas (RTC), una ideología que casi con certeza presenta oportunidades para la mitigación de amenazas a través de la exploración de nuevas vías para el desarrollo de trampas y fuentes”. En su opinión, ¿por qué las fuerzas del orden federales señalarían a los católicos tradicionales pacíficos como extremistas violentos? ¿Cuál podría ser la motivación de las fuerzas del orden para atacar sistemáticamente a los asistentes a la Misa en latín? ¿Podría este acoso provenir del decreto Traditionis Custodes de Bergoglio y su supresión de la Misa en latín? ¿Hay alguna conexión?
Arzobispo Viganò: San Pío X decía que los verdaderos católicos son los fieles a la Tradición, y tenía toda la razón; tanto es así que también son los únicos que no son del agrado de los enemigos de la Iglesia, mientras que los autodenominados “católicos adultos” -los llamados progresistas, los “católicos liberales”, los “católicos despiertos”- son altamente apreciados. Si Bergoglio logró obtener tanta admiración de quienes detestan a la Iglesia Católica y al papado, es porque la élite lo consideraba “uno de los suyos”, igualmente revolucionario, igualmente imbuido del filantropismo masónico, igualmente ecuménico, sincretista, inclusivo, verde y woke.
Hemos alcanzado el cenit de una paradoja en la que el poder civil usurpado por los traidores del Estado profundo está aliado con el poder religioso usurpado por los traidores de la Iglesia profunda. Por lo tanto, no es de extrañar que el “brazo secular” haya acudido en ayuda de la Iglesia bergogliana, apuntando a los enemigos de Bergoglio -es decir, a los verdaderos católicos- porque también los considera enemigos de la sociedad woke y de la élite globalista.
Ahora, sin embargo, con la elección de Donald Trump en Estados Unidos de América, la maquinaria infernal del Nuevo Orden Mundial se ha atascado de alguna manera, poniendo en crisis un sistema de corrupción, conflictos de intereses y chantaje que parecía funcionar a la perfección. En un momento en que el Estado profundo está perdiendo poder en la sociedad civil, la Iglesia profunda también se está retirando dentro de la Iglesia Católica, porque son dos caras de la misma moneda. Depende de los ciudadanos y de los creyentes apoyar a los buenos gobernantes y a los buenos pastores, para que finalmente puedan llevar justicia a este golpe global que amenaza a toda la humanidad.
Steve Bannon: ¿Cuál ha sido el impacto en las (ex) naciones católicas como Irlanda de la invasión masiva de inmigrantes islámicos? ¿Es esta afluencia de migración incontrolada parte de un plan estratégico globalista para erradicar al cristianismo? ¿Esto es el resultado de una pérdida de la fe? ¿Ha tenido el Vaticano II un impacto en la descristianización de Europa? ¿Por qué Bergoglio apoyaría la destrucción de la cultura cristiana en Europa y en otros lugares con fronteras abiertas?
Arzobispo Viganò: Hay una lucha histórica en marcha entre el Bien y el Mal, entre Dios y Satanás, entre los que reconocen a Cristo como Rey y los que en cambio trabajan por el establecimiento del reino del Anticristo. Esta lucha está llegando a su etapa final, pero ha sido preparada durante algún tiempo, especialmente desde que los enemigos de Cristo se organizaron en una anti-Iglesia, es decir, la masonería, la cual es intrínsecamente anticatólica, porque es anticristiana y devota de Satanás. El propósito de la masonería, y por lo tanto del Nuevo Orden Mundial, es la cancelación de Cristo a través de la cancelación de la sociedad cristiana, de la cultura cristiana, de la civilización cristiana y, obviamente, de la religión católica.
Satanás no acepta la derrota que le infligió Nuestro Señor en el Gólgota y al ser incapaz de vencer a Aquél que ya lo ha derrotado para siempre, lanza su venganza contra los hombres, tratando de arrastrar al Infierno a tantos como sea posible.
Para borrar la presencia de Cristo de la vida de cada uno de nosotros, Satanás debe actuar en múltiples frentes: el público y el privado, el de la familia y el de la educación, el de la cultura y el del entretenimiento, el de la ciencia y el de las finanzas. En consecuencia, desea que todas nuestras acciones -que en una sociedad cristiana están orientadas hacia el Bien- se corrompan hasta el punto de hacer casi imposible que alguien haga buenas obras, siga el Evangelio, obedezca los mandamientos y transmita los principios de nuestra Fe y de nuestra Moral. No se trata sólo de hacernos aceptar como “legítimo” el hecho de que otros puedan hacer “legítimamente” el mal -por ejemplo con el aborto-, sino de hacer que cada uno de nosotros se sienta culpable porque persistimos en no querer hacer el mal, en no querer considerar un “derecho humano” hacer pedazos a un niño inocente en el seno de la madre o mutilar a un adolescente mediante la transición de género. Es la mentalidad de “¿Quién soy yo para juzgar?” que Bergoglio tradujo en un principio moral desde el comienzo de su “pontificado”.
Sin embargo, para lograr su objetivo de destrucción de todo principio religioso, Satanás necesitaba tener de su lado a los líderes de la Jerarquía Católica, para que la Iglesia de Roma, notoriamente antirrevolucionaria, antiliberal y antimasónica, se convirtiera en aliada y cómplice de aquellos que hasta ayer consideraba sus enemigos más temibles. Sin las condenas de la masonería, del liberalismo, del materialismo ateo y del modernismo hechas anteriormente por los Papas, la Iglesia podría convertirse y se convertiría -en el plan de la masonería- ya no en la guardiana de la Verdad contra el error, sino en la misma propagadora del error contra la Verdad, secuestrando la autoridad espiritual eclesiástica para hacerla obrar para la pérdida de las almas. El Concilio Vaticano II sirvió exactamente a este propósito: socavar los principios tradicionales e insinuar en la Iglesia Católica los principios revolucionarios contra los que la Iglesia siempre había luchado enérgicamente. El ecumenismo del Vaticano II sentó las bases doctrinales para el inmigracionismo, porque éste era la premisa necesaria para legitimar la invasión incontrolada de Europa por hordas de musulmanes sin provocar ninguna reacción por parte de los pueblos invadidos.
Nuestros dirigentes, tanto civiles como religiosos, nos han traicionado, ordenándonos que acojamos a quienes pronto representarán la mayoría de la población en edad militar y que, debido a leyes miserables, incluso se están alistando en nuestras Fuerzas Armadas. Nos enfrentamos a una sustitución étnica impuesta por la élite subversiva de la ONU y de la Unión Europea: una islamización forzada en la que algunos gobiernos llegan a encarcelar a sus propios ciudadanos porque se quejan de la degradación y de la criminalidad importada por los nuevos bárbaros, absolviendo sistemáticamente a cualquier inmigrante, independientemente de la gravedad de sus crímenes. Está claro que en este plan de destrucción social ha sido decisiva la complicidad de la Iglesia bergogliana, y Bergoglio tendrá que responder de ello ante Dios y ante el tribunal de la historia.
Pero esto no es todo. Los musulmanes que llegan a Europa creyendo que pueden someterla a la sharia ignoran que hay un tercer protagonista -al que conocemos bien- que provoca intencionadamente un choque étnico y religioso entre el Cristianismo y el Islam, porque una guerra civil y religiosa en los países occidentales legitimaría nuevas restricciones de las libertades fundamentales y permitiría la prohibición de cualquier forma de culto externo, en nombre del “respeto mutuo”.
Steven Bannon: En su larga carrera como diplomático del Vaticano, ¿alguna vez ha visto a un Papa menospreciar públicamente a un líder político de la manera en que lo hizo Bergoglio cuando llamó a Trump “anticristiano” en medio de una campaña política? ¿Cree que esa declaración fue parte de una estrategia globalista para socavar la elección de Trump o simplemente la opinión personal de Bergoglio?
Arzobispo Viganò: Bergoglio demostró su total alejamiento del papado romano no sólo en los aspectos doctrinales, morales y litúrgicos, sino también en los más banales, desde la forma de vestir hasta el lenguaje que utilizaba. En el Vaticano era conocido por sus berrinches furiosos y las expresiones injuriosas a las que recurría. Cada gesto de Bergoglio estaba diseñado para causar vergüenza y escándalo, para romper el protocolo y para crear un precedente para nuevas y más graves violaciones de las normas ceremoniales. Sus comentarios aparentemente espontáneos sirvieron para eliminar la formalidad -y por lo tanto la autoridad- de las declaraciones del “Papa” y atribuirlas a él mismo, de modo que no era “el Papa” quien hablaba, sino él. Al mismo tiempo, las enormidades y tonterías que le oímos pronunciar -no menos importantes los ataques al presidente Trump que ni siquiera se molestó en disimular- siempre tenían la “excusa” de no ser una parte oficial de los documentos papales, para transmitir el mensaje sin tener que asumir toda la responsabilidad por ello. Semejante doble discurso era repugnante para cualquier católico verdadero, demostrando una vez más que Bergoglio consideraba su “papado” como una propiedad que se creía autorizado a usar contra el papado católico.
Bergoglio nos fue impuesto como el Papa de la élite, como el jefe de la anti-Iglesia globalista, y como tal siempre exigió obediencia y sumisión. Fue el predicador del indiferentismo religioso, del relativismo moral, de las reivindicaciones pauperistas de la “Iglesia amazónica” y del lobby LGBTQ. Cuando Bergoglio abría la boca, hablaba como ventrílocuo de Davos. Sus condenas no eran condenas católicas, al igual que su aval a dictadores, criminales, abortistas y pervertidos de todo tipo no representaban una aprobación católica. Ser el blanco de las invectivas de Bergoglio es, por lo tanto, una fuente de orgullo, y los católicos estadounidenses lo entendieron muy bien, votando por Trump a pesar de la propaganda de los jesuitas, de la USCCB y de las autodenominadas ONG “católicas”.
Steven Bannon: ¿Cuál es la mejor manera de manejar la actual crisis en la Iglesia Católica creada por el tumultuoso régimen de doce años de Jorge Bergoglio? Ante el próximo cónclave papal, ¿qué medidas deberían tomar los cardenales electores para evitar que se repita el régimen de Bergoglio? ¿Le preocupa que la Mafia 2.0 de San Galo quiera manipular el cónclave para elegir a un candidato que continúe la destrucción sinodal radical de la Iglesia Católica?
Arzobispo Viganò: Lo que Bergoglio y sus cómplices han logrado hacer en los últimos doce años constituye un desastre de inmensas proporciones, aun cuando la destrucción del edificio católico comenzó mucho antes. Bergoglio ha llevado los principios del Vaticano II a sus últimas consecuencias: su “sinodalidad” es la versión actualizada del principio subversivo de la “colegialidad episcopal” de la Lumen gentium del Vaticano II. Por esta razón, Bergoglio siempre se ha considerado con orgullo un fiel ejecutor del Concilio, ya que también éste -como Bergoglio- logró imponerse “a través de medios pastorales”, es decir, precisamente en el momento en que se declaró no dogmáticamente vinculante para los fieles católicos.
El mayor daño que hizo Bergoglio fue a través de los nombramientos que llevó a cabo: toda la Curia Romana y las Conferencias Episcopales están ahora infestadas con sus cortesanos, protegidos por la camarilla de McCarrick y de los jesuitas. Este lobby subversivo se ha quitado la máscara, y esto ha abierto los ojos de muchas personas que ya no están dispuestas a ratificar las decisiones de una autoridad que no responde ni a Dios ni al cuerpo eclesial.
Para resolver la crisis actual, primero es necesario investigar la interferencia que se produjo en el Cónclave de 2013, para determinar si la elección de Bergoglio fue manipulada por el Estado profundo estadounidense y por la Mafia de San Galo. Si esto sucedió realmente, Bergoglio nunca fue elegido válidamente como Papa, y por lo tanto el número actual de 136 cardenales electores (un número que es superior a lo que permiten las reglas que rigen el cónclave) se reduciría a 28, es decir, solo a los cardenales creados por Juan Pablo II y Benedicto XVI. Si el Cónclave pudiera redescubrir su legitimidad canónica de esta manera, le daría mayor autoridad al hombre que se elija como Papa, que ya no estaría agobiado por las dudas sobre su nombramiento. Hasta que no se disipen las sombras que se ciernen sobre la legitimidad de Bergoglio, el Cónclave verá comprometida su autoridad.
Steve Bannon: En su opinión, ¿cuál es la mayor amenaza a la que se enfrenta Estados Unidos hoy en día?
Arzobispo Viganò: La amenaza más grave que se cierne sobre Estados Unidos de América es el peligro de no aprender de lo que ha sucedido hasta ahora: que los ciudadanos no se den cuenta del peligro del que han escapado eligiendo a Donald Trump en lugar de a Kamala Harris, y que el gobierno se esté dejando intimidar por los lobbies internacionales y suavizando las reformas que son imprescindibles, empezando por frenar el excesivo poder de las corporaciones multinacionales, especialmente con respecto a los ciudadanos. No basta con luchar contra las manifestaciones más extremas de la ideología woke. Necesitamos reconstruir, empezando por los cimientos de la familia, desde los cimientos de la moral, de la Religión y de la cultura. Necesitamos reiniciar un modelo social a escala humana, de acuerdo con el plan de Dios y con la Ley del Evangelio. Y debemos enseñar a nuestros hijos a luchar y morir por los derechos de Dios en lugar de los supuestos “derechos del hombre”. Debemos aprender que es una locura que el hombre pretenda convertirse en dios, cuando Dios ya se ha hecho hombre y se ha ofrecido a sí mismo por nosotros. Solo una nación que se reconoce a sí misma bajo Dios puede tener la esperanza de prosperar, porque todo lo que necesita proviene de Dios, y el Señor siempre bendice a los que le temen y le sirven.
+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo
ex Nuncio Apostólico en Estados Unidos de América
30 de abril de 2025
Santa Catalina de Siena, Virgen
© Traducción al español del original en inglés por José Arturo Quarracino